14 de abril de 2012

El Derecho Internacional Humanitario y la Guerra al Narcotráfico en México

Durante el transcurso de la historia, las distintas sociedades se han visto influenciadas por diversos hechos que de alguna forma las modifican, benefician o afectan y marcan por el resto de su existencia.
Algunos de esos hechos pueden ser completamente negativos y separadores, llegan a dividir aquellas sociedades en grupos específicos, pudiendo llegar al punto de transformarles en profundos rivales. Sin duda estos hechos van acompañados de un profundo sentimiento que no solo afecta a la sociedad como conjunto, sino que también afecta a cada elemento que la compone, en este caso las distintas personas que participan en ella.

México no se ha visto exento de estos hechos y sus respectivas influencias, particularmente las generadas por la llamada “Guerra contra el Narcotráfico”.
Enfrentamiento armado
Estos hechos perturbadores cuando afectan a una sociedad, generan un cambio negativo en ella, tanto la sociedad como sus elementos se ven afectados por éstos, y de todo esto nace, lo que hace mucho tiempo el sacerdote y psicólogo salvadoreño (Ignacio Martín-Baró) llamó, trauma psicosocial.
En primer lugar la palabra trauma es un término que se refiere a las lesiones que dejan un efecto relativamente permanente, una herida que deja huella (Franzoi, 2007).
En el caso de la psicología, suele hablarse de trauma para referirse a una vivencia o experiencia que afecta de tal manera a la persona que la deja marcada, deja en ella un residuo permanente, que a su vez, le es completamente desfavorable ( Franzoi, 2007).




Violencia en México
Ignacio Martín-Baró formuló el concepto de trauma psicosocial, aludiendo a las relaciones perturbadas por la guerra que, en esos momentos, tenía lugar en el Salvador y cómo éstas afectaban a cada individuo. En otras palabras, el trauma psicosocial se refiere al importante impacto que tiene el hecho perturbador, en este caso la guerra, sobre la sociedad y como este se cristaliza en cada persona, porque hay que aclarar que este trauma no produce un efecto uniforme o común a toda la sociedad, sino que este efecto dependerá de la vivencia particular de cada individuo. Por otro lado, se trata de un trauma acumulado producto de una secuencia traumática y que este hecho perturbador del que se habla, no sólo actúa como causa sino que también como elemento permanente de esta patología (trauma).
Balacera en el Estadios Corona. Torreón Coah.

Para ampliarlo a todas las sociedades, se puede definir el trauma psicosocial como algún proceso histórico que puede haber dejado afectada a toda una población, la traumatiza, en el sentido de que sus relaciones sociales se encuentran perturbadas, lo que se expresa en procesos psicosociales que tienden a la instauración de la desconfianza, la rigidez, el escepticismo y la violencia como forma de resolución de conflictos (Martín-Baró, 2000).
Cabe mencionar, dos aspectos que deben tenerse en cuenta al momento de referirse respecto al trauma psicosocial: primero, que la herida que afecta a cada persona ha sido producida en conjunto, o sea, socialmente, por lo tanto sus raíces no se encuentran en un solo individuo sino que en su sociedad; segundo, que su sustento lo encuentra en la relación entre en individuo y la sociedad a través de diversas mediaciones institucionales, grupales y incluso individuales.
Martín-Baró reconoce 3 ejes, desde los cuales se pueden reconocer los síntomas o causas de una sociedad que padece un trauma psicosocial: en primer lugar está la violencia, que orienta los mejores recursos de cada contendiente a la destrucción de su rival; la polarización social, que corresponde al desplazamiento de los grupos hacia extremos opuestos, con el consiguiente endurecimiento de sus respectivas posiciones ideológicas y la presión sobre las diversas instancias sociales para que los otros se adhieran a su posición y por último la mentira institucional, que va desde la desnaturalización del objeto hasta el ocultamiento ideológico de la realidad social ( Martín-Baró,2000).




El derecho internacional humanitario está compuesto por normas que resultan de una práctica general aceptada como derecho, cuya existencia es independiente del derecho convencional. El derecho internacional humanitario reviste una importancia fundamental en los conflictos armados contemporáneos, porque llena las lagunas del derecho convencional tanto en lo que respecta a los conflictos armados internacionales como no internacionales, por lo que fortalece de ese modo la protección de las víctimas.

 El DIH es un conjunto de normas, que por razones humanitarias, trata de limitar los efectos de los conflictos armados. Su signos distintivos son empleados a nivel mundial para identificar a las personas, los bienes y los lugares protegidos. Se trata principalmente de los emblemas de la cruz roja y de la media luna roja. Está integrado por acuerdos – denominados tratados o convenios- firmados por la mayoría de las naciones del mundo. Actualmente, éste podría considerarse un derecho verdaderamente universal.



El DIH Protege a las personas que no toman parte en las hostilidades, como son los civiles y el personal médico y religioso. Protege asimismo a las personas que ya no participan en los combates. Limita los medios y métodos de hacer la guerra. El DIH prohíbe, entre otras cosas, los medios y los métodos militares que: no distinguen entre las personas que participan en los combates y las personas que no toman parte en los combates, a fin de respetar la vida de la población civil, de las personas civiles y los bienes civiles.

Se han de tomar medidas para garantizar el respeto del DIH.  Las Naciones tienen la obligación de dar a conocer las normas de ese derecho a las respectivas fuerzas armadas y al público en general. Deben prevenir y, si procede, castigar todas las violaciones del derecho internacional humanitario. Para ello, deben, en particular, promulgar leyes para castigar las violaciones más graves de los Convenios de Ginebra y de los Protocolos adicionales, denominadas crímenes de guerra.



Pero el DIH sólo se aplica en caso de conflicto armado. No cubre las situaciones de tensiones internas ni de disturbios interiores, como son los actos aislados de violencia. Sólo es aplicable         cuando se ha desencadenado un conflicto y se aplica por igual a todas las partes, sin tener en cuenta quien lo inició. Los conflictos pueden ser de carácter internacional (entre Naciones) o sin carácter internacional entendiéndose como tal, enfrentamientos en el territorio de una misma Nación,  de las fuerzas armadas regulares y grupos armados disidentes, o grupos armados entre si

Este trabajo tratará sobre el trauma psicosocial generado en la sociedad mexicana por la guerra contra el narcotráfico, y cómo el derecho Internacional humanitario, no se aplica en nuestra nación debido a que constitucionalmente, en nuestro país el gobierno no acepta que estamos viviendo una guerra.


Contexto de la violencia y La "Guerra" contra el narcotráfico en México.


De diciembre de 2006 a la fecha, en México oficialmente se contabilizan más de 60 mil personas asesinadas; decenas de miles de heridas, torturadas o desaparecidas, alrededor de 230 mil desplazados forzosamente de sus lugares de origen; entre 30 mil y 43 mil menores de edad cooptados por el crimen organizado, además de los abusos y ejecuciones extrajudiciales cometidas por militares, marinos y policías encubiertos. Todo, a consecuencia de la “guerra” que el gobierno mexicano emprendió contra grupos del narcotráfico desde que el presidente Felipe Calderón asumió la Presidencia de la República.


Conforme al derecho internacional humanitario, estos actos constituyen crímenes de guerra y de lesa humanidad, por lo que corresponde a la Corte Penal Internacional (CPI) juzgarlos y castigar a los responsables, sostiene el abogado en derecho internacional Netzaí Sandoval Ballesteros.

Por ello, el 25 de noviembre del 2011 se presentó una petición al fiscal de la CPI, Luis Moreno Ocampo, para que inicie una investigación sobre la situación de violencia que prevalece en México, ya que como se verá en el trabajo, constitucionalmente en México, según el gobierno de la República, no estamos viviendo un conflicto armado. La mentira institucional impera en nuestro gobierno, negando lo que todos lo mexicanos evidenciamos con tanta crudeza.


Balacera en el Estadio Corona. Torreón, Coah.

El argumento de la petición es que en México se vive un conflicto armado prolongado entre el Estado y grupos armados organizados, así como de éstos entre sí por el control territorial para el tráfico de drogas. Tal enfrentamiento ha generado sistemáticas violaciones a los derechos humanos de la población civil, de parte de ambos bandos.



Por un lado, integrantes del Ejército han torturado y asesinado a civiles ajenos al conflicto, tratando de encubrir los crímenes para no castigar a los responsables. También han abusado sexualmente de mujeres durante los operativos y se han hecho comunes las ejecuciones extrajudiciales por parte de las Fuerzas Armadas.

Mientras que los cárteles de la droga han hecho de la tortura y la mutilación prácticas cotidianas; en muchos casos, las víctimas han sido civiles sin vínculos con el crimen organizado. Asimismo, han generalizado los ataques a centros de rehabilitación para adictos a las drogas y han enrolado en sus filas a millares de niños menores de 15 años (entre 30 mil y 35 mil, refiere la Red por los Derechos de la Infancia en México).

Además, la violencia originada por el conflicto ha obligado a cuando menos 230 mil personas a desplazarse de sus lugares de origen, de acuerdo con datos del Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos, con sede en Noruega.

 

La guerra contra el narcotráfico o lucha contra la delincuencia organizada en México es un conflicto armado interno que enfrenta el Estado mexicano contra las bandas que controlan diversas actividades ilegales, principalmente el tráfico ilegal de drogas. Esta situación comenzó el 11 de diciembre del 2006, cuando el Presidente Felipe Calderón Hinojoza, anunció que iniciaría una «batalla» contra el crimen organizado en el estado de Michoacán, donde a lo largo de 2006 se había contabilizado cerca de 500 asesinatos por causa del narcotráfico. Para enfrentarlos, el gobierno mexicano ha privilegiado el uso de las fuerzas armadas. Desde el inicio del conflicto, se ha movilizado a la Policía Federal en compañía de los cuerpos de seguridad de cada entidad federativa y de diversos municipios. A ellos se han sumado el Ejército y la Marina.


 Ejército Mexicano


Como dije en un principio, y aunque parezca increíble, en México según el gobierno Federal, oficial legal y constitucionalmente, no estamos viviendo un conflicto armado, o sea que el DIH no se aplica en nuestra Nación. El supremo comandante de nuestras fuerzas armadas es el presidente de la República y es él el que decreta si estamos viviendo una situación de guerra. La mentira institucionalizada impera como una práctica corriente de distorsionar la realidad por parte de nuestras instancias oficiales, ocultando sistemáticamente  la realidad, con su versión oficial de los hechos “ la historia oficial”, que silencia e ignora los aspectos más cruciales de la misma, distorsionando y falseando otros ( Martín-Baró, 2000). Para nuestro gobierno el hecho de que en México, debido a la guerra contra el narcotráfico, entre diciembre de 2006 y enero de 2012, han muerto alrededor de 60,000 personas, por vía de ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales, agresiones a la autoridad y en ataques directos - en este número se incluyen no sólo a los narcotraficantes, sino también a los efectivos de los cuerpos de seguridad y civiles (entre los civiles se cuenta a periodistas, defensores de derechos humanos, más de 900 niños y personas sin identidad o bien, no reconocidas)-  es factor determinante para situarnos en una guerra sangrienta, injusta y cruel,  dondeno sólo los narcotraficantes han sido los responsables, sino que también elementos del ejercito y la Policía Federal han quebrantado las leyes, abusando de su poder. Esta situación  no ha hecho más que poner a una Nación, a vivir bajo la sombra imperante y alienante del miedo.




Es importante recalcar que en correspondencia al asesinato de personas sin relación con actividades delictivas -que son llamadas «daños colaterales» por el gobierno-, diversas organizaciones han llamado la atención al hecho de que se desconoce con precisión el número de ellas, puesto que con frecuencia se encubren como si fueran miembros de la delincuencia organizada (Aguilar y Castañeda, 2009). La Procuraduría General de República (PGR) afirma que 9 de cada 10 víctimas son miembros del crimen organizado, según esto, el 10% de las víctimas aproximadamente, son personas sin relación al crimen organizado o cárteles.


El conflicto armado está presente en todo el país. Los estados que más han sufrido por la violencia entre el narcotráfico y las fuerzas armadas son Chihuahua -particularmente Ciudad Juárez-, Sinaloa, Michoacán, Durango, Nuevo León, Guerrero, Tamaulipas, Baja California Norte, Nayarit y Coahuila; esta última principalmente afectada la ciudad de Torreón (Aguilar y Castañeda, 2009).


República Mexicana. Torreón, Coahuila.

Los efectos de la guerra al narcotráfico, hacen a varios estados del país figurar entre los más violentos a nivel mundial. Además, el país esta considerado entre los países más violentos y peligrosos del planeta, situación que ya se ha vuelto reflejada y patente en los medios de comunicación nacionales y del extranjero, recomendándose altamente en muchos países el evitar viajar a México.
Por otra parte, en diversas partes del país se ha observado un incremento en los indicadores de incidencia del delito. Ciudad Juárez se ha convertido en la ciudad más insegura del mundo, donde en el 2009, se cometieron más asesinatos que en todo el territorio  de   Afganistán.  Esto contrasta con el dato de que la ciudad fronteriza es uno de los puntos a donde se ha enviado un mayor número de elementos de seguridad( Fernández, 2008).


Violencia e inseguridad en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Los asesinatos entre miembros de los cárteles han ocupado un espacio muy importante en los medios de comunicación, a los que el gobierno federal ha acusado de presentar una visión sesgada del conflicto. En ese panorama, el presidente de México, ha hecho numerosos llamados a «hablar bien de México», aunque numerosos periodistas y miembros de algunos partidos políticos, han criticado esta postura al considerar que el problema de la violencia no es simplemente de percepción, sino que es un intento de coartar la libertad de expresión. Y la verdad, es que,  la realidad que vivimos los  mexicano, va más allá de lo que nuestros medios de comunicación quieren o pueden informar.


 Violencia en México



Referencias Bibliográficas:

v Fernández, J. (2008). El enemigo en casa. México D.F, México: Ediciones Taurus.


v Franzoi, S. (2007). Psicología Social. México D.F, México: Mc Graw Hill.
v Aguilar, R y Castañeda, J. (2009). El Narco: La Guerra Fallida. México D.F, México: Punto de Lectura.

v Periódico El Universal. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://www.eluniversal.com.mx/notas/807510.html

v Periódico La Vanguardia. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://www.vanguardia.com.mx/aceptarianarcotreguadurantelavisitadelpapa-1212822.html

v Wikipedia, Enciclopedia Libre. Recuperado el 14 de abril de 2012 en http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_contra_el_narcotráfico_en_México


v Página Web CICR. Recuperado el 14 de abril
 de 2012 en: http://www.icrc.org/spa/assets/files/other/dih.es.pdf

v Página Web CNN México. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://mexico.cnn.com/nacional/2012/01/31/victimas-desaparecidas-las-heridas-abiertas-de-la-guerra-del-narcotrafico




Martín Baró, I.  (2000) Guerra y Salud Mental. En: Martín Baró, I. & Colab. (2000) Psicología Social de la Guerra. El Salvador. UCA Editores. Págs. 24-40.



v Martín Baró, I. (2000) La violencia política y la guerra como causas del trauma psicosocial en El Salvador. En: Martín Baró, I. & Colab. (2000) Psicología Social de la Guerra. El Salvador. UCA Editores. Págs. 65-84.






El fenómeno social de la violencia generada por los Zetas en 
México


Torreón Coahuila,  20 de agosto 2011.- Una balacera contra policías a las afueras del estadio de  fútbol de primera división, Corona TSM,  ocasionó pánico y una estampida entre los asistentes al partido Santos-Monarcas. Ante el temor que generaron las ráfagas de armas de fuego, decenas de aficionados invadieron la cancha del estadio, que se encontraba a mitad de su capacidad. Por su parte, los futbolistas corrieron a buscar a los familiares que presenciaban el encuentro, debido al caos que se desató. Otros aficionados prefirieron resguardarse bajo los asientos y se mantuvieron en cuclillas, temerosos de lo ocurrido. El partido fue suspendido de inmediato, cuando el reloj marcaba el minuto 40 del primer tiempo del encuentro, correspondiente a la fecha 6 del Torneo Apertura del fútbol mexicano. En las imágenes de televisión, se apreciaba a decenas de personas, incluyendo mujeres y niños, con crisis nerviosa y corriendo por el césped en búsqueda de un lugar seguro. Varios minutos después, a mitad de la cancha y usando el equipo de sonido local, el presidente de Santos, Alejandro Iraragorri, acompañado por el portero Santista Oswaldo Sánchez, ofreció disculpas al equipo visitante y al público asistente y se dijo apenado por el incidente.





San Fernando, Tamaulipas, 24 de agosto 2011.- Debido a la denuncia de un migrante ecuatoriano malherido, cerca de un rancho tamaulipeco, la Armada de México halló 72 cadáveres que según el testimonio del sobreviviente ecuatoriano, se trataba de migrantes de Centro y Sudamérica. El autobús en el que viajaban a Estados Unidos fue emboscado por Los Zetas quienes pretendían reclutarlos como sicarios, negándose a ello, uno a uno fueron torturados y asesinados,  las mujeres además fueron violentadas sexualmente antes de morir. Se trató de 58 hombres y 14 mujeres presuntamente originarios de El Salvador, Honduras, Brasil y Ecuador. La masacre recibió la condena enérgica de los países de donde eran procedentes, el Departamento de los Estados Unidos lo calificó como «tragedia» y el presidente Felipe Calderón Hinojosa como «bestias y locos».


Monterrey Nuevo León, 25 de agosto 2011.- Un grupo armado ingresa a las instalaciones de “Casino Royale” -una casa de apuestas ubicada en una zona privilegiada de la ciudad-  en el que forzaron y amagaron a las personas que se encontraban en el interior del inmueble hasta encerrarlas, y finalmente, quemaron el lugar vertiendo decenas de litros de combustible. Según el reporte oficial la cifra de fallecidos fue de 52 personas, todos civiles inocentes, entre ellos una mujer embarazada.

 

Torreón, Coahuila, 07 de enero del 2012.- La Fiscalía General de Coahuila dio a conocer el hallazgo de cinco cabezas de hombres en diferentes puntos de la ciudad, los cuales tenían entre 25 y 30 años de edad. Los restos humanos fueron localizados en el interior de bolsas  negras de plástico, junto con mensajes amenazantes del grupo delictivo Los Zetas. Asimismo, se activó el llamado Código Rojo con la participación de elementos de las distintas corporaciones policiales y el Ejército, quienes instalaron retenes en varios puntos de entrada y salida de la ciudad.


Torreón Coahuila, sábado 31 de marzo 2012.- Estábamos cenando en un popular restaurant italiano de la ciudad. El recinto está totalmente lleno de personas que se divierten y conviven animadamente, cuando de repente pasadas las 9 de la noche, se empiezan a escuchar estruendos secos como de armas de fuego, e instintivamente todos  los clientes y personal del restaurant empezamos a tirarnos al suelo cubriendo nuestras cabezas, metiéndonos bajo las mesas, protegiendo nuestras vidas como fuera y donde fuera. Pasan los minutos entre una ansiedad imperante hasta que alguien empieza a gritar que no eran balazos ¡eran fuegos artificiales!... nos levantamos, comentamos entre nosotros y terminamos por reírnos…y seguimos cenando, como si nada hubiera pasado.


Este real ejemplo es una analogía para dar a entender la manera como subsistimos en el día a día en mi ciudad. Desgraciadamente vivimos sumergidos en un ambiente de guerra y violencia tal, que el trauma psicosocial que se nos ha forjado es inherente en nuestra población. No estábamos bajo un ataque directo de la guerra del narcotráfico. Sin embargo, nuestra cabeza comenzó  a girar como si lo estuviéramos, pues sabemos que ese incidente es algo que claramente podía haber sucedido. Nuestra reacción es una clara consecuencia de la violencia bélica, del conflicto armado en la que estamos sumergidos. Se trató más bien de una reacción normal ante una situación anormal ( Martín-Baró, 2000).

Violencia en México

Debido al trauma psicosocial por la violencia extrema que impera en nuestro pueblo, nuestras relaciones sociales se han deshumanizado, nos hemos desensibilizado ante la violencia y sufrimiento, creyendo que es un aspecto “normal” de nuestra vida. 


Publicidad de la Secretaria de Salud Pública

Debido a la mentira institucionalizada, nos hemos incapacitado para leer lucidamente la realidad, creando una gran polarización social y una gran desconfianza interpersonal entre nosotros mismos. Se ha producido una fisura crítica en el marco de la convivencia, que nos ha llevado ha una diferenciación radical entre los “malos” que nos los “Narcos” y los “buenos” que somos la sociedad civil. Nuestros valores han dejado de tener vigencia colectiva, y de ser un pueblo fraterno y solidario, hemos pasado a convertirnos en personas selectivas  e inseguras, que han perdido incluso la posibilidad de apelar al sentido común, por no encontrar respuestas ni soluciones a la magnitud de esta problemática. Pareciera como si no hubiera salida. 

Niños contra la inseguridad


Porque la verdad es que la raíz de nuestros males es una pobreza e  injusticia social, generada durante años y que como nación, no hemos podido ni querido solucionar. Vivimos en una sociedad donde casi el 50% de nuestra población es pobre, y un 10.5% viven en condiciones de pobreza extrema ( más de 11 millones de personas) (Aguilar y Castañeda, 2009), y mientras no hagamos nada por combatir de fondo este mal, los cárteles de la droga, con todo su dinero y poder, corromperán a estas personas que han tenido durante años interés legítimos de justicia y equidad. La “narcoeconomía” tiene 52 millones de pobres para aprovecharse de ellos (Fernández y Ronquillo, 2009).

Pobreza en México

Pobreza extrema en México

En otras palabras: vivimos traumados…traumados y aterrados por  una guerra sangrienta e inhumana, a la que no vemos salida, que ha cobrado miles de víctimas. No conozco a nadie que no manifieste saber de algún secuestrado, desaparecido, torturado, extorsionado. O en el peor de los casos fallecido. 


Víctimas del narcotráfico

Lo comentamos con nuestros allegados. Lo compartimos en las redes. Y nuestra salud mental al ser parte y consecuencias de las relaciones sociales, constituyendo una dimensión de las relaciones entre las personas y grupos, más que un estado individual, aunque esa dimensión se enraice de manera diferente en el organismo de cada uno de los individuos involucrados en esas relaciones, produciendo diversas manifestaciones ( síntomas) y estados (síndromes) ( Martín-Baró, 2000), al vivir en México acontecimientos que afectan sustancialmente nuestras relaciones humanas, como lo son la guerra contra el narcotráfico y la crisis socioeconómica,  se alteran  nuestras conductas, nuestra forma de entender lo que nos sucede. 


Consecuencia en población civil por fuego cruzado entre narcos y militares.

Y nos vamos convenciendo los unos a los otros de que ya no hay nada qué hacer. Sentimos que de esta situación, al país no le saca nadie y caemos en el fatalismo, que es el ambiente imperante que se respira en nuestra nación.

Conocer esta fenomenología se convierte no sólo en materia de salud mental sino de seguridad nacional, puesto que en la medida en que nos persuadimos de que no hay salidas, nuestras percepciones se van tornando en realidades materiales. En ese estado mental, en efecto, la sociedad no es capaz de imaginar las soluciones más eficaces, sino que acepta y busca alternativas antidemocráticas como respuesta a su pánico, en lugar de atender integralmente los males que nos aquejan.

Como nos enseña Martín Baró, la gente no se traumatiza sola, existen individuos y estructuras responsables por comisión o omisión ( Martín- Baró, ). Coexisten en México muchos cárteles de la droga, pero sobre todo me quiero detener en uno que ha generado un fenómeno social de violencia y miedo extremos en nuestro país. Me refiero al grupo delictivo de Los Zetas. Aunque es importante subrayar, que no pretende simplificar un problema tan complejo como lo es el narcotráfico en México, culpando a un solo grupo delictivo.


Zetas y su arsenal detenidos por el ejercito


¿Quiénes son los Zetas?

Los zetas han evolucionado en la sociedad mexicana partiendo de una simple organización criminal del narcotráfico a una compleja red de crimen organizado considerada como la primer “mafia” mexicana;  se caracterizan por tener una organización impecable debido a que está integrada por ex-militares que desertaron del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) y del Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE); entrenados por las fuerzas especiales y de inteligencia estadounidenses e iraníes por lo que tienen un alto conocimiento y experiencia en logística, armamentos, tácticas de asalto y defensa personal, convirtiéndoles en una potente amenaza para cualquier individuo.

El origen de los zetas se le atribuye a Arturo Guzmán Decena, ex-soldado de infantería cuando en Septiembre de 1997 desertó de las Fuerzas Armadas; la razón fue una supuesta sobrexplotación y una mala remuneración económica por lo cual inició la tarea de reclutar a varios de sus compañeros del regimiento de caballería motorizada y fusileros paracaidistas para crear una organización de combate que prestaba sus servicios al Estado el cual les pagaba cantidades fijas por capturar integrantes del Cartel del Golfo.



 
Arturo Guzmán Decena

La razón por la que estos ex-militares desertaron y se confabularon en una organización criminal, fue una supuesta sobrexplotación y una mala remuneración económica por lo cual inició la tarea de reclutar a varios de sus compañeros del regimiento de caballería motorizada y fusileros paracaidistas para crear una organización de combate que prestaba sus servicios al Estado el cual les pagaba cantidades fijas por capturar integrantes del Cartel del Golfo.


Dos años más tarde, el empresario y narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén, les ofreció cantidades mayores y con posibles negociaciones para privatizar sus servicios como sicarios y protectores, creando el brazo armado del Cártel del Golfo; a través de los años se fue reclutando militares activos (que posteriormente desertaron por sus actividades con el cartel) específicamente  de la región de Tamaulipas con un gran incentivo económico de por medio.


 Osiel Cárdenas Guillén

A diferencia de otros carteles de la droga en México, Los Zetas no ejercen el control sobre ningún puerto de la República para el tráfico de droga, por lo que han tenido que reforzar sus finanzas con prácticas como el secuestro y la extorsión en contra de la población civil, por lo que se han vuelto el grupo criminal más repudiado y perseguido por las autoridades y organizaciones delictivas rivales.

Las últimas investigaciones han arrojado que los Zetas han comenzado a reclutar civiles jóvenes, incluso menores de edad, así como inmigrantes ilegales que intentan cruzar la frontera de México con los Estados Unidos. Actualmente tienen una alianza con el Cártel de Juárez.


Debido al modo tan cruel e indiscriminado en que operan los zetas, el miedo que han infundido en la sociedad y el rango de poder que han llegado a tener, en la actualidad, han creado una reputación y un legado que incluso el gobierno no es totalmente capaz de desintegrar ni de dar a exponer a causa de los peligros que esto implica. Los ejemplos de noticias que se evidencian en este trabajo, ponen de manifiesto su forma inhumana de proceder.






"Narcofosa" con cadáveres desmembrados

Muchos ámbitos de la sociedad mexicana se han visto afectados por el “factor zeta” y el miedo generalizado por su violencia cruel, indiscriminada y despótica, ha generado un determinante social. Vivimos atrincherados en nuestras casas, protegidos por paredes y bardas.

Niños saliendo de su escuela atrapados entre fuego cruzado 

Los medios de comunicación no han sido la excepción. Reporteros, investigadores, conductores y gente relacionada con la industria de la comunicación han sido víctimas de ataques que atentan contra su integridad física, han sido amenazados, secuestrados y asesinados debido a exponer su reputación a la sociedad llegando a  involucrarse de manera ya sea directa o indirecta con las actividades del Cartel del Golfo y los zetas.



Esta es la realidad imperante y cruel que vive mi país. El narcotráfico en México cada vez juega un papel más importante en el trastorno  de una sociedad inmersa en la corrupción, la pobreza y la violencia cotidiana. Yo creo que en México la violencia que estamos viviendo tiene dos vertientes: la violencia bélica indiscriminada y despótica ejercida por la guerra al narcotráfico, y la ideológica sobre todo ejercida por el gobierno a través de la mentira institucionalizada, que nos quiere hacer creer que tiene bajo al control la situación y  que no vivimos bajo un “estado fallido” y una guerra también  fallida  (Aguilar y Castañeda, 2009), ya que en México estamos acostumbrados a que las instancias oficiales distorsionen nuestra realidad, imponiéndonos visión de nuestra vida, sea por la fuerza o “voluntariamente”, a través de cosmovisiones impuestas e ideologizadas (Martín-Baró, 2000), donde debemos creer y obedecer una “historia oficial”, dependiendo de la ideología del partido político que esté en el poder.



El clima de inseguridad que se vive en este país debido al crimen organizado está trayendo graves consecuencias sociales y económicas.
La guerra que se libra entre los carteles del narcotráfico y el Gobierno mexicano ha desatado muerte, secuestro, robo, pérdida de inversiones, desempleo, entre otras cosas, hasta el grado de obligar a muchas familias a migrar a otros países. Ante esta realidad, pienso que en México se vive una “Guerra fallida” (Aguilar y Castañeda, 2009), y necesitamos que los diferentes actores sociales, se organicen, para que mediante todos los recursos políticos y jurídicos con los que se cuenta este país, replantear la forma de combatir la delincuencia organizada, e intentar detener el derramamiento de sangre.  


Como ciudadana mexicana sueño con un país libre y justo, y creo que lo más importante es comprender el punto en el que nos encontramos, comprendiendo nuestra realidad histórica, y como atañe a un tejido social que a sido vulnerado, la salud mental de los individuos que la conformamos, dependerá de la reparación del corte social y político ( Martín-Baró, 2000).  Evadir o minimizar los efectos de nuestro trauma psicosocial, de las vivencia de las relaciones sociales aberrantes producidas por la guerra al narcotráfico en la que estamos sumergidos, sólo ocasionará que otros tomen ventaja de nuestra vulnerabilidad. Enfrentar los síntomas y efectos que estamos exhibiendo, en cambio, fortalecerá nuestra capacidad de encontrar mejores alternativas para salir del hoyo en el que día con día nos estamos metiendo con mayor profundidad. Y esto es menos difícil de lo que parece. Atreverse a hablar al respecto es ya de entrada un paso enorme rumbo a esa dirección.



Referencias bibliográficas:


v Aguilar, R y Castañeda, J. (2009). El Narco: La Guerra Fallida. México D.F, México: Punto de Lectura.

v Fernández, J. Y Ronquillo, V. (2009). De los Maras a los Zetas. México D.F, México: Debolsillo.

v Martín Baró, I.  (2000) Guerra y Salud Mental. En: Martín Baró, I. & Colab. (2000) Psicología Social de la Guerra. El Salvador. UCA Editores. Págs. 24-40.



v Martín Baró, I. (2000) La violencia política y la guerra como causas del trauma psicosocial en El Salvador. En: Martín Baró, I. & Colab. (2000) Psicología Social de la Guerra. El Salvador. UCA Editores. Págs. 65-84.

v Pagina oficial INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). Recuperado el 12 de abril de 2012 en: http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/comunicados/rpcpyv10.asp

v Periódico El Universal. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://www.eluniversal.com.mx/estados/84824.html

v Periódico La Vanguardia. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://lavanguardia.newspaperdirect.com/epaper/viewer.aspx

v Página Web CNN México. Recuperado el 14 de abril de 2012 en: http://articles.cnn.com/keyword/los-zetas

v Wikipedia, Enciclopedia Libre. Recuperado el 14 de abril de 2012 en http://es.wikipedia.org/wiki/Los_Zetas

1 comentario:

  1. Veronica, Das buen cumplimiento a la primera entrega del blog, de acuerdo a los criterios definidos para ello: • Conceptualización teórica de la problemática (1 pto.)
    • Contextualización de la problemática en el país (1.0 pto.)
    • Análisis sobre los conceptos: Salud Mental, Violencia, Polarización Social, Mentira institucionalizada y Trauma psicosocial, retomando los planteamientos desarrollados por Ignacio Martín Baró. (2 ptos.)Presentas un buen analisis retomando de manera acertada los conceptos de Martin Baro.
    • Sustentación del trabajo (Videoconferencia) (1 pto.)Das buen cumplimiento a este critero.

    NOTA: 5.0

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